Y con este par de ediciones se cumplía la promesa de la primera temporada (¿Quién hizo la promesa? No lo sé, pero suena bien así). Seis ediciones conformarían entonces una temporada, eso ya se ha olvidado un poco (digamos que en favor de otras innovaciones, ¿cuáles? No lo sé, pero suena como importante). Eran tiempos de locura (o la locura estaba por llegar...), la droga y el alcohol, una huerta y un río ahí, dispuestos a que nosotros comiéramos y bebiéramos de ellos sin preocuparnos por un final trágico, como otrora nuestros padres Adán y Eva (luego nos expulsarían del paraíso, ¿cuándo fue eso? No lo sé, pero me gusta que esta vaina termine con una tenue pero tétrica atmósfera).
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