jueves, 29 de diciembre de 2016

Un periodista en cómic

Y si ya imaginaba antes de venir aquí lo que puede
pasarle a alguien que cree tener todo el poder y al llegar
me lo había encontrado sin grandes sorpresas. ¿Qué le
pasará a una persona que cree no tener ningún poder?
Joe Sacco - Palestina

El cómic independiente norteamericano, la punta de lanza de la historieta de estas últimas tres década, es abundante en obras de una muy cuidada factura que, además de romper las tradicionales fronteras a las que nos tenía acostumbrado el cómic, ofrece formas y contenidos que permiten una lectura que puede ser disfrutada no sólo por los fanáticos de la narración dibujada, sino por un público más amplio que, en muchas ocasiones, ha visto el cómic como una lectura reservada a la infancia. Daniel Clowes con sus historietas intimistas, que nos revela un lado más cercano y humano, más allá del “sueño americano”; Harvey Pekar, con una visión muy personal y autobiográfica de las grandezas del ya típico perdedor; Chirs Ware y sus obras de un diseño preciosista, que frena antes de llegar al manierismo; James Kochalka con una historieta también autobiográfica, basada en los pequeños momento sublimes que surgen de la, en muchas ocasiones, aburrida cotidianidad o Art Spiegelman con sus grandes temas acerca del holocausto nazi y, su más reciente obra, sobre sus vivencias y cercanía con los instantes mismos y los acontecimientos que sucedieron inmediatamente después a la caída de aquellas torres gemelas. De esta misma cantera de autores, que ven en el cómic un medio completamente valido para narrar sus historias, surge Joe Sacco quien se sirve de la narración ilustrada para crear un verdadero documento de realidades poco retratadas por otros medios de comunicación.


Joe Sacco es ante todo un periodista (de formación y profesión), pero ha tenido la desafortunada suerte de encontrarse con la historieta y lo que podían haber sido reveladoras crónicas y fotografías de guerra se han convertido en un laborioso trabajo de meses, dibujando y narrando sus correrías por conflictos bélicos de orden mundial. Dos novelas gráfica dan cuenta del trabajo de Joe Sacco con lo que podríamos llamar reportería en cómic: Palestina (Palestine, 2001. Inicialmente seriada en nueve comic books entre 1993 y 1995, y luego recopilada en un tomo) y El Mediador (The Fixer: A Story from Sarajevo, 2004). En la primera novela el autor nos sitúa en el conflicto entre palestinos e israelíes, pero en esta ocasión son los primeros lo que llevan la voz cantante pues, imagina uno como lector, Israel ya tienen todo el espacio televisivo, radial y de prensa, y es apenas justo que los palestinos tengan, al menos, un libro en cómic que hable de sus perdidas en ese ya casi eterno y absurdo conflicto. Palestina es una novela gráfica que cuenta las tragedias, abusos y violaciones de un pueblo sometido a la fuerza por un invasor. Aquí la antigua victima es ahora el desfachatado verdugo y en medio del problema palestino-israelí está Joe Sacco, tomando fotografías como cualquier reportero gráfico. El autor nos lleva a un viaje al interior de los campos de refugiados: la vida de los sometidos, sus costumbres y sus quehaceres en medio de la brutalidad de los colonos y soldados judíos, las estancias en las humildes casas, el infaltable té alrededor de los relatos de resistencia antes y después de la intifada de finales de los años ochenta.
No contento con un relato de guerra o, quizás, seducido por esa suerte de adicción que contrae todo periodista que cubre conflictos bélicos, Sacco nos lleva de Palestina a la ya extinta Yogoslavia para seguirlo mientras trata de comprender el conflicto entre Serbios y Musulmanes, durante los últimos meses de la guerra. Mientras seguimos a Sacco, por una Sarajevo destruida por el conflicto, el autor trata de seguir a Neven, su guía, que a fin de cuentas es El Mediador, un veterano de guerra que sobrevive de la astucia en un territorio en donde la vida a salto de mata es la ley. Joe Sacco, el periodista, es seducido por la personalidad de Neven y se sirve de éste para contar su visión del conflicto, al mismo tiempo el mediador se usufructúa de Sacco para seguir sobreviviendo. El periodista se vale de las historias de su guía para contar cosas que, quizás, son mentira –como le advierten al periodista en contadas ocasiones– pero es innegable que Sacco es un viejo zorro, al igual que Neven, y no es tan fácil engañarlo. Dos personalidades en conflicto: cada uno tratando de sacar beneficio del otro y todo inmerso en un desolado ambiente, carcomido por una guerra que al parecer el mundo intenta olvidar.
Joe Sacco no escatima en recursos para alcanzar su historia, como es común a todo buen periodista el autor emplea su garra y su tacto para llegar a sus fuentes, su narración es impecable y tiene un sello de ética intachable. Como si fuera poco este periodista de guerra, al llegar a su casa, se sienta meses a preparar sus planchas para un historia en cómic que refleja todo lo humano y miserable que tiene un conflicto bélico, con un dibujo lleno de detalles y rico en tramados. Es en ese momento, como lector, cuando uno se pregunta si Joe Sacco es más periodista o dibujante de cómics, pero para eso el mismo autor tiene una respuesta: "Hago cómics periodísticos porque es la mejor manera de unir mis dos pasiones: las historietas y el periodismo. No tengo ninguna teoría que me permita explicarlo. Sencillamente, siempre me he interesado por la actualidad, y a veces, suceden cosas en el mundo que me impelen a hacer algo al respecto. Y lo más útil que se me ocurre es ir allí e informar qué es exactamente eso que está pasando”.

Álvaro Vélez (truchafrita).
Originalmente en la Revista Universidad de Antioquia, 284 (abr-jun de 2006).

viernes, 2 de diciembre de 2016

Una odisea irlandesa

Dublinés, la obra del español Alfonso Zapico (Astiberri Ediciones, Bilbao, 2011), es digna de su título: la historia de un irlandés que viene de una familia venida a menos, sobre todo en lo económico; la presencia permanente de la Iglesia Católica en la vida cotidiana del personaje, de su entorno familiar y de sus amigos; el maltrato al interior del hogar, las diferencias entre padres e hijos y entre hermanos; la tentación constante del pub del vecindario, las pintas de cerveza y ahogar las penas entre caldos de alcohol e historias de amigos y, finalmente, la atmosfera fría, gris, de una Dublín en constante enfrentamiento contra los ingleses para lograr el derecho a su autodeterminación.

Todas esas características conforman el marco de Dublinés, un libro que contiene también el tema principal: la vida y obra de James Joyce. Se trata entonces de una biografía, pero en este caso dibujada, de uno de los grandes genios de la literatura. Desde su infancia en Dublín, su periplo por varias ciudades como Trieste y París, hasta su muerte en Zurich (en 1941). Alfonso Zapico, se ha valido de varias obras para construir su relato biográfico, pero sobre todo de la biografía escrita por Richard Ellmann (quien también escribió las biografías de dos autores irlandeses más: Óscar Wilde y W. B. Yeats).


Con la ayuda de esas obras escritas, Zapico ha construido un relato muy completo sobre James Joyce y nos invita a acompañarlo en sus primeros años y sus estudios en Dublín, para luego ser espectadores de su ida a Triste, junto con su joven esposa Nora y presenciar en nacimiento de su primogénito. Presenciar también los pasos del joven escritor hasta convertirse en una figura respetada de la literatura universal, ya casi en el ocaso de su vida. Pero antes vamos también a reunirnos con él en los pub, bares, cafés y tabernas de algunas ciudades de Europa, a escucharlo hablar de todo menos, o muy poco, de literatura y a emborracharnos con él y llegar a casa donde lo espera Nora, que cada vez parece más cansada de este irlandés ebrio... Ignoraremos la Primera Guerra Mundial como Joyce lo hizo en su momento, mientras vivía en Triste, y unos años después nos vamos preocupar como muchos, incluido James Joyce, con el ascenso del fascismo en Europa, además de los acontecimientos previos y las primeras incursiones bélicas, de los nacional socialistas, en la Segunda Guerra Mundial.

Vamos a vivir la vida bohemia, pero también literaria, desde el joven Joyce hasta el viejo y sabio irlandés. La relación estrecha, íntima y cordial con su padre, y las distancias con sus hermanos, a excepción de su hermano Stanislaus quién sostuvo económicamente a Joyce, Nora y los niños durante un buen periodo –dicha relación entre los hermanos recuerda, por momentos, la de otros hermanos casi por esa misma época: Theo y Vincent van Gogh–. La evolución de la obra de Joyce, desde la escritura de reseñas y ensayos en pequeñas revistas, hasta alcanzar el reconocimiento con el Ulises, no sin antes sortear una infinidad de obstáculos casi todos relacionados con la censura impuesta por la supuesta inmoralidad de su obra.
Alfonso Zapico ha recreado, ayudado por el dibujo de la historieta, una obra rica en detalles de las atmosferas, de la arquitectura de las diferentes ciudades en las que habita la familia Joyce y los parajes que frecuentan o se cruzan en el camino vital del escritor, todo el universo de la época, de la Europa en que se desenvuelve el escritor irlandés. Así, con pinceles y aguadas en escalas de grises, Zapico dibuja toda la gesta del escritor irlandés hasta alcanzar la gloria y el reconocimiento universal.

Pero también esta biografía, como debe ser, nos muestra el profuso mundo literario de la época, uno de los periodos más radiantes en cuanto al arte, la política y la literatura del antiguo continente. Por Dublinés, dependiendo del momento y el lugar en que se sitúa la vida de Joyce, van desfilando grandes figuras como  Henrik Ibsen, W. B. Yeats, Ezra Pound, H. G. Wells, Bernard Shaw, T. S. Eliot, Virginia Woolf, Paul Valéry, Marcel Proust, Ernest Hemingway, Samuel Beckett, Sergéi Eisenstein, Henri Matisse, André Gide, Le Corbusier e incluso un encuentro fortuito con el gestor de la revolución rusa. El ambiente político de Irlanda no es abandonado por Zapico, dando a entender el constante interés de Joyce por su patria y, obviamente, la presencia permanente de Irlanda en sus obras. Desde las revueltas, los intentos de independencia, la represión inglesa, los grandes personajes políticos y los mártires de la Irlanda que buscan su autodeterminación.


Hay, además, una serie de anécdotas de la vida del escritor de Ulises –muy seguramente tomadas por Zapico de las biografías que leyó de Joyce para documentarse– que, aunque parecen aisladas del relato central de su vida y su obra, ayudan a completar las piezas para que el lector tenga una más clara imagen del James Joyce como ser humano, de esos matices que lo hacen un ser terrenal, cercano, de carne y hueso.

Quizás se pueda aducir que Dublinés carece un poco de la flexibilidad y dinamismo del lenguaje del cómic, pues el libro completo está construido casi como un relato con ilustraciones más que con viñetas. Es verdad que la obra posee una preponderancia casi absoluta de la voz en off, pero al entender el talante de la obra de Zapico: una biografía, se puede deducir por qué el autor ha optado por darle más protagonismo a un narrador omnipresente que a los bocadillos de los mismos personajes de la narración. Más aún si lo vemos con la perspectiva de otras obras que han hecho algo parecido, como la biografía de Kafka, escrita por David Zane Mairowitz y dibujada por Robert Crumb, en donde también hay una preponderancia de la voz en off, o incluso en la monumental Genesis (del primer libro de la Biblia), dibujada por el mismo Crumb, en donde presenciamos un absolutismo en el narrador omnipresente. Esa característica aunque un poco rígida no le resta valor a la obra pues la narración es fluida, los detallados dibujos son de muy buen pincel y la estructura del guion nos lleva de eventos particulares, a circunstancias locales o mundiales, de ahí a anécdotas divertidas y a provocativos guiños al lector.
Un trabajo enorme le ha costado a Zapico construir Dublinés, pero el autor también ha contado con importantes ayudas como la Beca Alhondiga Bilbao, por la que pudo desarrollar el cómic durante un año en La Maison des auteurs en Angouleme (Francia). Además, Zapico viajó a varios lugares donde vivió y recorrió James Joyce, para documentarse a la hora de dibujar esa arquitectura y esa atmosfera que tan bien ha recreado en su libro. Finalmente, “Dublinés” es una obra al alcance de todos, una ventana agradable para conocer sobre la vida de James Joyce, como dijo el mismo Alfonzo Zapico en declaraciones a RTVE:

"James Joyce es un personaje fascinante, que tuvo una vida pintoresca y extraordinaria, y mi objetivo no es contar una historia complicada como el Ulises, sino recrear su fascinante vida; será una historia que llegará a todo el mundo".

Álvaro Vélez (truchafrita).
Originalmente en la Revista Universidad de Antioquia, 326 (oct-dic de 2016).