martes, 2 de junio de 2020

Joe Matt, todo un cabrón


Pocos dibujantes de historietas generan tanta repulsión y tanta atracción a la vez. No es contradictorio, Joe Matt (Filadelfia, 1963) es un dibujante que logra plasmar en sus cómics buena parte de sus vivencias y lo hace con una desfachatez desmedida: se muestra como un egoísta, como un enfermo sexual, como un manipulador. Eso es precisamente lo fascinante de Joe Matt: que además de que cuenta muy bien sus historias en cómic es capaz de mostrar todas sus dimensiones como ser humano, y de hecho en algunos pasajes de sus historietas, en donde se excede con su comportamiento negativo, logra ganarse toda nuestra atención.

Una de esas historietas es Pobre cabrón (The Poor Bastard, editado en español por Ediciones La Cúpula, 2008), una recopilación de cómics, dibujados en la década de los noventa, que recogen parte de la vida de Joe Matt. Se trata entonces de una más de las historietas autobiográficas, que ya se han convertido en todo un género en el mundo de las narraciones dibujadas. Aunque, siendo justos, es una autobiografía muy particular, porque Joe Matt se retrata como todo un cabrón: utiliza sexualmente a su novia, discute constantemente con ella, y la explota económicamente mientras él mismo finge trabajar mucho dibujando. Siempre quiere algo mejor pero no está dispuesto a luchar por ello, y por eso piensa que el mundo está contra él.  Todo el mundo alrededor de Matt es un obstáculo para obtener la fama y la fortuna que él cree merecer; mientras tanto sueña con poseer otras mujeres y se la pasa masturbándose de manera compulsiva y tratando de conseguir un poco de amor, el mismo que él le niega a su abnegada novia.
La relación con su novia dura más de lo que uno podría imaginarse, a pesar de los abusos de Matt, y por fin termina. Para el dibujante empieza un periodo de soledad, de onanismo aún más extremo, de la búsqueda de un amor ideal que nunca llegará: una obsesión por mujeres asiáticas, que hará que pierda oportunidades con otras chicas amables y atractivas.
Eso es lo que más sorprende de Joe Matt, que sea capaz de dibujarse a él mismo en las peores circunstancias, en donde es él quien carga con toda la culpa de las malas situaciones en las que se ve involucrado. Es un niño grande egoísta, desordenado, emocionalmente caótico, en la ruina económica, sin muchas ganas de sentarse a trabajar y culpando a todo el mundo por las desgracias que él, con creces, ha provocado. Además, y para colmo, se autocompadece constantemente. Todo un pesado.
La repulsa por el personaje que Joe Matt ha creado tiene también el atractivo por el objeto mismo de la creación. El trabajo de Matt es llamativo no solo porque es capaz de narrar las historias que cuenta, sino también porque las sabe contar muy bien y además lo hace con un dibujo que recuerda un poco esas historietas underground de las década de los sesenta (con Robert Crumb a la cabeza. Quien, de hecho, es amigo de Joe Matt); y es porque Matt, al igual que Chester Brown o Seth, es heredero directo de los padres del cómic de los años sesenta, no solo por el asunto estético sino, sobre todo, por los temas que tratan en sus historietas, con los que tienen la libertad de contar todo lo que les viene en gana.

Hay una particularidad interesante en Pobre cabrón, un asunto que también se puede ver en algunas obras de Chester Brown y Seth: la amistad de estos tres dibujantes. En Pagando por ello (Ediciones La Cúpula, 2011), el libro de Chester Brown sobre la prostitución en Toronto (Canadá), podemos apreciar unos pasajes en donde Brown se reúne en un café con Seth y Joe Matt, y los tres hablan de sus asuntos en general y del tema del libro de Chester Brown en particular, como amigos y colegas. Esto sucede también en el libro La vida es buena si no te rindes (Editorial Sins Entido, 2009), de Seth, quien comparte charlas con Brown y Matt. En Pobre cabrón, Seth y Chester Brown recriminan constantemente a Matt por su vida licenciosa y egoísta, en la pizzería o en el café tratan de alentarlo para que consiga una novia a su alcance, para que organice sus finanzas, para que deje un poco su egoísmo. Es grato encontrar en los tres libros conversaciones, discusiones y ratos de café de los tres amigos y colegas dibujantes, en la ciudad de Toronto.

Lo que no es muy grato es el personaje de sí mismo que se ha creado Joe Matt: simplemente un perdedor. Y como tal no tendrá redención, por eso lo vemos en las últimas páginas de Pobre cabrón comiendo espaguetis en la cama y presto a ver un video, en VHS, titulado “Koños en Kimono”. Quizá esa repulsa es porque, en ciertos aspectos, nos sentimos identificados con él y no lo queremos reconocer. Quizá el atractivo radique en que nos gusta enterarnos de que alguien vive en peores condiciones que nosotros, o que simplemente “yo vivo mejor que él”. Sin embargo, no hay que olvidar que, a pesar de ser una autobiografía, ahí también hay un montón de ficción.
Álvaro Vélez (truchafrita).
Originalmente en la Revista Universidad de Antioquia (2013).


No hay comentarios: