domingo, 24 de enero de 2021

Obregón y sus invasores

La historia del cómic en Colombia es más bien breve. Son contadas las obras que en nuestro país han logrado publicación y que lo hacen, por lo general, en periódicos y diarios. Desde esa olvidada tira cómica de “Mojicón” (1924), publicada por el diario gráfico de la tarde Mundo al Día y dibujada por Daniel Samper –a quién no hay que confundir con el periodista que aún vive y está coleando-, saltando hasta 1962 cuando hace su aparición “Copetín”, la historieta que Ernesto Franco publicó en el periódico El Tiempo y posteriormente 1970, cuando surgen “Calarcá”, de Carlos Garzón, para El Tiempo, “La Gaitana”, de Serafín Díaz, para el diario El Espectador o “Ibana”, con guiones de M. Puerta y dibujos de McCormick, para el periódico El Pueblo de Cali. Esa corta historia del cómic nacional, que se completa con unos intentos no mucho más afortunados y de carácter más independiente, en las últimas tres décadas, cuenta también con pequeñas piezas que, si bien no logran suplir la enorme ausencia de un cómic nacional, por lo menos reconfortan el espíritu por su significativa, aunque efímera, vida dentro de la narración dibujada en nuestro país. Una de esas piezas es “Los Invasores”, una tira cómica dibujada por Elkin Obregón y que en su primera etapa (1975-1977) sería publicada, de lunes a sábado, por el periódico El Colombiano para luego (1981) aparecer en formato de sunday, a medio tabloide y a color, en el diario El Mundo.

En casos como este siempre será mejor conocer los detalles de la creación por la vía más directa y, teniendo en cuenta que Elkin Obregón vive en Medellín y que me es posible conocer de boca de él mismo la historia de su historieta, lo visito en su casa que se encuentra ubicada en el barrio Prado Centro, lindando precisamente con el centro de Medellín casi a la altura del viejo seminario y curia, ahora centro comercial, de Villanueva. Es un viernes y es la última hora de la mañana; Elkin Obregón me atiende en su casa, en un estudio colmado de libros, de recuerdos de ayer, de hoy y, quizás, de siempre. En una mesita Elkin acomoda todo lo que un hombre como él necesita (imagino yo): cigarrillos, café y, a una distancia considerable, sus libros, su teléfono y un televisor. Quizás es por eso, por tener ya todo a la mano, por estar tranquilo, que a Elkin se le nota esa serenidad en el habla, en los gestos, en la forma de fumar un cigarrillo o de tomarse un café, una tranquilidad que hace juego con su barba blanca y su delgada figura.

De “Los Invasores” Elkin me cuenta que, en realidad, no recuerda como surgió la idea de hacer una tira cómica inspirada en personajes de la conquista española, con los indígenas como protagonistas de un drama que Obregón convierte en una serie de ocurrencias humorísticas, casi siempre comandadas por sus personajes indígenas Tupac, Nene o Nasú. Al ver la recopilación de historietas (1992) publicada por la Editorial de la Universidad de Antioquia, me doy cuenta que “Los Invasores” tienen una cierta conexión con la estética y la narrativa de autores como Quino o Schultz (creador de Charlie Brown), esa suerte de inocencia en el dibujo, de una línea clara en el trazo y, al mismo tiempo, un contenido que va más allá de las simples tres viñetas dibujadas que, pasadas por un humor en ocasiones muy fino, dan esa deliciosa sensación de leer algo sutil pero que intuimos mucho más complejo. Obregón me cuenta que su gusto por los cómics está, sobre todo, en los clásicos, las historietas norteamericanas de la edad de oro: El Fantasma, Flash Gordon, Tarzán, sus gustos pasan por algo del cómic franco-belga como Tin Tin y Asterix e historietas un poco posteriores como las del francés Jean Giraud “Moebius” y, aunque confiesa que le ha perdido un poco la pista a la historieta de las últimas décadas, todavía tiene presentes a algunos autores latinoamericanos, especialmente de Argentina.

“Quienes hemos hecho cómic en Colombia lo hemos hecho por gomosos, por darnos el gusto”, me confiesa Obregón cuando me habla de las dificultades para competir contra los sindicatos norteamericanos, que exportan un amplio surtido de tiras cómicas a precios con lo que es imposible que un dibujante colombiano compita. Porque requieren mucho trabajo y porque son muy mal pagadas las tiras cómicas, hechas en Colombia, son pocas las que logran ser publicadas en los diarios del país. Los autores finalmente terminan cansándose o se rinden ante la repetición y la mediocridad. Sin embargo, se puede decir que Obregón conservó una calidad constante durante sus cerca de 600 tiras publicadas entre los diarios El Colombiano y El Mundo, un logro ya bastante significativo en un medio como el nuestro en donde la aridez en términos de narración dibujada es pasmosa.

Acerca del panorama del cómic colombiano actual, indago un poco con Elkin acerca del porqué, y a diferencia de otros países de América Latina, la historieta no a tenido aquí una historia un poco más abundante, Elkin no tiene la respuesta exacta pero atina a decirme que quizás los periódicos ya no son el camino para la publicación, que la salida del cómic puede ir de la mano de pequeñas editoriales o de la misma auto publicación. Le pregunto a Elkin si le gustaría volver a dibujar cómics a lo que él me responde que sí, porque es su gran pasión, que desde hace rato ha querido volver a tomar los lápices pero que el laborioso trabajo de hacer historietas es lo que frena un poco esa intención. El autor de “Los Invasores”, muy probablemente seguirá rodeado de sus libros, de su acogedor estudio y de su trabajo como traductor de portugués que, al parecer le apasiona mucho también, como así lo entendí yo cuando él mismo me dijo: “ahora estoy traduciendo unos cuentos bellísimos”. 

Álvato Vélez (truchafrita).
Originalmente en la Revista Universidad de Antioquia (2007).

No hay comentarios: