lunes, 13 de abril de 2015

Una bruja, un gato y un búho, dibujos de un travesti

Ese día Búho cumplió años y sus amigos, después de hacerle un mal comentario, decidieron resarcir su afrenta regalándole un cigarrillo de marihuana e invitándolo a lo que sería su segundo regalo de cumpleaños: toda una sorpresa. En medio de un mal vuelo montaron a Búho en un automóvil y lo llevaron donde su amigo común Warewolf Jones. En casa, los tres amigos: la bruja, el gato y Warewolf Jones, decidieron mostrarle su segundo regalo sorpresa a Búho: lo condujeron a una habitación vacía y, al someterlo, decidieron sodomizarlo. Después de un rato de vejación, Búho logró liberarse de sus amigos y estos celebraron, al unísono, el maravilloso regalo sorpresa que le habían dado a su amigo. Como era de esperarse, días después, Búho se sentía muy mal, ultrajado, mancillado, por eso la bruja y el gato decidieron alegrarlo regalándole un juego de video y una bolsa con marihuana; al final Búho sintió que esos eran sus verdaderos amigos.

Historias como estas aparecen en el libro de cómics Hechizo total (Ed. Fulgencio Pimentel, 2014), de Simon Hanselmann. Se trata de una serie de situaciones que, en su mayoría, involucran a tres amigos que viven juntos: una bruja, llamada Megg, el gato Mogg y Búho. Pero su relación es un poco más particular pues casi todo el tiempo se la pasan intoxicados de alcohol, marihuana, metanfetaminas y, quizás, porque no parece muy claro, de crack. Hay pipas y botellas por todos lados de la casa, además de un caldero donde Megg también parece mezclar drogas. Es una típica casa de yonquis.


A pesar de lo que se pueda pensar, Hechizo total no es un libro pesado, denso o depresivo; todo lo contrario, se trata de una serie de historietas frescas, con algunos pases de absurdo, de nihilismo, pero sobre todo muy divertidas e hilarantes. Las aventuras de estos tres, sumadas a las apariciones esporádicas del mago Mike y del casi impotable Warewolf Jones, son en muchos casos para reír a carcajadas (bueno, eso como siempre depende de los prejuicios que cargue a cuestas el lector). Megg y el gato Mogg son novios, y casi todo, incluso drogarse, lo hacen juntos. Búho, en cambio, siempre trata de corregir el rumbo de su vida, de dejar las drogas, de enderezarse, de conseguir un trabajo y una relación amorosa estable, pero todo parece torcerse y volver por el camino malo de la vida. Gran parte de las recaídas de Búho son causadas por sus amigos Megg y Mogg que, en parte, quieren burlarse de él y, por otro lado, no quieren que los abandone, o que abandone la vida de esta casi perfecta relación de trío de yonquis. Ese ir y venir de Búho, entre el buen camino y el tortuoso mundo de las drogas es parte del leitmotiv de Hechizo total. Búho es, en muchos casos, el muñeco de prueba de bromas pesadas de sus dos amigos.
Pero, aún más, Hechizo total es un libro que habla sobre la amistad, no importa en qué circunstancias se dé o bajo qué tipo de características. Megg, Mogg y Búho mantienen una relación férrea de amistad que los une en las aventuras, en la aburrida cotidianidad y en el consumo de drogas. Uno podría decir que el dibujo de Hanselmann refuerza esa cualidad especial en las historias de Hechizo total, pues sus cómics están dibujados de una forma naif, con un trazo sencillo y, en algunas ocasiones, con un coloreado básico en donde abundan los colores planos y primarios. Eso sí, también vemos una fuerte presencia de un verde amarillo, en el rostro de Megg y en las sustancias que consumen, que hace de este tono de color un distintivo estético del libro.


La vida del autor de Hechizo total es también muy particular. Simon Hanselmann (Launceston, Australia, 1981) viene de una familia descompuesta: su madre es una adicta a la heroína; criado por su abuela, vivió en medio del mundo del desempleo, la pobreza y las drogas en Launceston, una población con los más altos índices de criminalidad en Australia. Así que Hanselmann ha hecho lo de muchos autores, retratar su propio mundo, en donde se crio y lo que tiene alrededor. Una particularidad más hace que Hanselmann se destaque, pues es travesti, así que casi siempre se le puede ver en fotografías muy a gusto con sus vestidos de mujer. Incluso algunos han visto en esta actitud y en la existencia de la bruja Megg un álter ego del mismo autor.


Hechizo total es una obra que muchos puede considerar transgresora, fuera de lo políticamente correcto, que son características de algunas historietas que ya hemos visto antes en otros autores —en especial, los del llamado cómic underground norteamericano, de las décadas del sesenta y setenta, en especial figuras como Robert Crumb—. Pero Simon Hanselmann lo trae renovado, con nuevos giros que hacen, o vuelven a hacer reír y a divertir. Se siente un aire fresco en las obras de Hanselmann, sobre todo en estos últimos tiempos en donde la historieta, y en especial el formato de novela gráfica, ha tomado un tono tan adusto y serio (tan “adulto”, pensarán otros). Hechizo total nos recuerda que la historieta también es para reírnos, para sentir que cometemos alguna afrenta por leer algo que parece inmoral, impúdico, escabroso, prohibido.

Álvaro Vélez (truchafrita)