El canadiense
Chester Brown es uno de los dibujantes de cómic más destacados del mundo,
aunque su producción puede no parecer muy extensa sí posee una gran calidad y,
sobre todo, cuenta con una carga erótica y sexual que la hace muy provocadora.
En Pagando por ello (editado
originalmente como Paying for it por
Drawn and Quarterly, en 2011), por ejemplo, el autor se presenta como un
auténtico putero y crea un diario de sus encuentros con prostitutas. Sin
embargo, y aunque suene sórdido, Cherter Brown es absolutamente respetuoso en
su relato con las mujeres que ejercen ese antiguo oficio, ganándose incluso la
aprobación de asociaciones de prostitutas en Canadá y los EEUU. La tesis
fundamental de Pagando por ello es
que cuando dos personas adultas consienten un encuentro sexual, a cambio de una
suma de dinero, no hay problema en ello. El tratamiento del relato es tan
cuidadoso que deja por debajo cualquier juicio moral que pueda hacerse al
respecto.
No contento con Pagando por ello, un libro que para
muchos ha sido necesario y clarificador, aunque para otros provocador y hasta
inmoral, Brown emprende el asunto de la prostitución de manera más profunda con
María lloró sobre los pies de Jesús (editado
en español por La Cúpula, en 2016). Se trata de una serie de relatos, diez en
total, que hablan sobre la prostitución y la obediencia religiosa en la Biblia.
El libro sagrado ha
sido motivo de innumerables revisiones a lo largo de los siglos, incluso de muy
buenas adaptaciones al cómic como en el caso de la Biblia (el Antiguo Testamento y el Libro de las Revelaciones), de
Basil Worverton o el libro de Génesis,
de Robert Crumb. Sin embargo, lo que propone Chester Brown en esta serie de
relatos en historieta es recalcar y, en algunos casos, revelar asuntos poco
analizados. María lloró sobre los pies
de Jesús está centrado en la historia de algunas mujeres, de la Biblia, que
optaron por el camino de la prostitución, de manera voluntaria u obligada pero
que con ello lograron una ventaja social: como en el relato de la adultera
Betsabé; Rahab, la prostituta que en Jericó dio hospedaje y salvó a dos espías
israelitas; a Tamar, nuera de Judá por dos veces y objeto del pecado de Onán; o
la moabita Ruth y hasta la mismísima María, madre de Jesús.
Brown hace explotar
una carga de profundidad que resuena en todo el libro: su hipótesis de que
María fue una prostituta. Pero la serie de relatos, sobre prostitución en la
Biblia, destaca también asuntos como la percepción que se tenía en la
antigüedad sobre el trabajo sexual pagado, mucho más tolerante y hasta
justificado. Además, los relatos sobre estas mujeres de la Biblia, que Brown
reseña con un absoluto respeto, destacan sobre todo su coraje, valentía y
dignidad.
María lloró sobre los pies de Jesús también cuenta con una serie de historias acerca de la obediencia: en
la conocida historia sobre los hermanos Caín y Abel, la parábola de los
talentos, la historia de Job y la parábola del hijo prodigo. Aquí Brown se
aventura con otras versiones de estos relatos en un afán de explicar que la desobediencia, soportada en la razón
(o en el hecho de poseer cierta razón), como contraparte de la ciega sumisión,
es premiada por Dios.
Ahora, sumado a los
relatos en historieta sobre la prostitución y la obediencia en la Biblia, el
libro contiene un largo y apasionante epílogo, en texto, en donde un Chester
Brown muy bien documentado en textos antiguos, fuentes documentales y
bibliográficas de diversa índole e investigaciones sobre los relatos bíblicos,
explica una a una las afirmaciones, tesis y cabos sueltos que contiene la
primera parte del libro, la que está dibujada en cómics. Su máxima
argumentación va en dirección hacia lo que el autor considera lo que ha sido
una total, y casi sistemática, tergiversación de los textos bíblicos (o del
mensaje de quienes lo escribieron o, incluso, del verdadero mensaje del mismo
Jesús) a lo largo de los siglos, desde Antiguo Testamento y, sobre todo, desde
la fundación y puesta oficial del cristianismo.
El dibujante
canadiense, de la mano de sus relatos en cómic y de la larga y bien sustentada
argumentación en el epílogo, invita al lector a abrir los horizontes de su
mente y a pensar en otras posibilidades, otras explicaciones, más allá del
relato bíblico oficial o, mejor, de los cientos o miles de enmiendas,
“correcciones”, sustracciones y tergiversaciones que se han hecho a lo largo de
los siglos. Apelando quizás –aunque Chester Brown no lo afirme en su libro– al
hecho de que si lo cristianos han creído, por siglos, la historia de que un
hombre muerto en una crucifixión romana fue concebido por una virgen (y virgen
continúo después de concebir) y que, a pesar de lo fantástico que pueda sonar,
después de muerto haya resucitado a los tres días, no debería ser tan difícil
considerar otro tipo de versiones dentro de todo el cuerpo de creencias del
cristianismo.
Para Chester Brown
la figura de Jesús es histórica, más no divina. Esto le permite situarlo en un lugar
y en un tiempo, además de que le permite aceptar sus enseñanzas e intentar
presentar otra versión de los acontecimientos, como el hecho de que la madre
del crucificado haya sido una prostituta. En este punto específico, que puede
caer realmente mal al creyente, Brown apela entre muchas otras explicaciones a
la especial defensa que hace Jesús, en sus predicas, a las mujeres y, en particular,
a las prostitutas.
La configuración
formal de María lloró sobre los pies de
Jesús es muy sencilla: la ya comentada división entre los relatos bíblicos,
escogidos por el autor, dibujados en cómic y el epílogo de explicación,
documentación y argumentación, en texto. La configuración de las historietas es
de cuatro viñetas por página, en donde abundan los planos medios y enteros con
pocos detalles dibujados en las viñetas; un dibujo muy lineal, a blanco y
negro, y hecho con plumilla y, finalmente, una anatomía de personajes casi
caricaturesca (mucho más que en sus obras anteriores) que le imprime sencillez
al asunto formal y le da protagonismo al fondo, a la historia, a lo que
realmente quiere decir con esa serie de viñetas dibujadas.
Al igual que su
anterior libro, en María lloró sobre los
pies de Jesús Chester Brown apela, sobre todo, al debate. Claro que es un
libro provocador y, por supuesto, que su autor intenta justificarse frente a su
particular y personal gusto por la prostitución (como lo hizo de manera
absolutamente directa en Pagando por
ello). Pero esa justificación si se quiere la hace, primero, con un respeto
por lo que cuenta y a quienes involucra en sus relatos (incluso a quienes
imagina que pueden ser sus lectores) y, segundo, por la vasta documentación a
la que apela y que lleva el debate a la altura de los documentos e
investigaciones históricas más que al considerable, aunque llano, fanatismo.
Álvaro Vélez (truchafrita)
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