“Mis cómics se leen en veinte minutos, pero me cuesta cinco años fabricarlos”. Con esta frase
Adrian Tomine, dibujante de cómics norteamericano, resume la dificultad que
conlleva la creación de historietas. Crear una historia en cómic es un trabajo
que requiere de tiempo y paciencia, además del talento y pericia del autor. Se
trata de dibujar cuadro por cuadro, una escena completa, que tan sólo será una
parte de toda la narración. Cada viñeta, cada cuadro, de una buena historieta es
ya, de por sí, una unidad dotada de significado y, al mismo tiempo, toda una
escena, un ambiente, la descripción de un instante de tiempo que narra el cómic
en cuestión. Muchos dibujantes de cómics hacen especial énfasis en el dibujo,
en la destreza con el lápiz y el papel. De esos dibujantes sobresalen algunos
por su enorme talento a la hora de crear, con líneas y curvas, a partir de la
nada. Uno de esos grandes creadores de historietas es Chris Ware (EEUU, 1967).
Franklin Christenson Ware siempre ha sorprendido por la pasmosa
meticulosidad a la hora de dibujar sus maravillosos cómics. Desde la
impresionante serie The Acme Novelty
Library (editados por Fantagraphics Books), que cuenta ya con 19 entregas,
hasta su novela gráfica Jimmy Corrigan,
The Smartest Kid on Earth (publicado en español por Planeta de Agostini).
Con un dibujo impecable, en donde sobresalen los decorados interiores y la
arquitectura de finales del siglo XIX, como en el caso de la Feria Mundial de
Chicago, celebrada en 1893; algo del art Nouveau y de la arquitectura del art Deco;
hasta el llamado estilo internacional, a partir de la segunda mitad del siglo
XX. Chris Ware hace de sus cómics todo un despliegue de pericia cuando dibuja
escenarios amplios, planos generales de un parque, un pueblo o una ciudad.
Pero no contento con detallar al dedillo escenarios y arquitecturas Ware
centra su atención también en la rotulación. En un mundo cada vez más dominado
por los procesos digitales, en donde es posible para muchos creadores, ahorrar
algo de tiempo acogiéndose a algunas ayudas de su computador personal, Ware
niega el avance y hace uso, una vez más de sus reglas y su lápiz pues no sólo
escribe a mano los textos de los globos de cada cómic suyo (como antaño, o como
aún en estos tiempos se puede ver en muchos autores), sino que también dibuja los
títulos y presentaciones de cada obra, con bellas fuentes ornamentadas, otra
vez inspirado en el estilo Nouveau y Deco.
En la serie de televisión titulada “Comix”, del canal de televisión
francés Arte, Chris Ware es entrevistado desde su casa en Oak Park (Illinois,
EEUU), donde tiene también su estudio. En su casa el autor muestra parte de su
trabajo, en originales de medio pliego de papel (planchas de un tamaño
descomunal, unos 70 x 50 cms aproximadamente), un tamaño que le permite
trabajar muy meticulosamente en los detalles de algunas de sus viñetas.
Mientras rotula en tinta Ware explica a los televidentes que todo lo hace a
mano, toda su obra prescinde del proceso digital (a excepción, claro está, de
la coloración, a la hora de imprimir en el proceso editorial).
A propósito del proceso editorial, ese es otro aspecto que sorprende de
las obras de Chis Ware. Las publicaciones de este autor son de una calidad
pasmosa. Son obras bellamente editadas, algunas con lomos en tela, con
cubiertas duras o imitando el cuero, los decorados de sus carátulas sorprenden
por los estilizados diseños, a veces con tintas plateadas o doradas. En las
obras de Chris Ware se encuentra también ese cuidado en crear un libro que
además de contener una bella obra sea en sí mismo, como objeto, una obra de
arte.
Todas esas cualidades estéticas serían suficientes para situar a Chris
Ware como uno de los autores de cómic más relevantes de la actualidad. Sin
embargo, el increíble talento de este dibujante no para ahí pues Ware además de
estar muy pendiente en las bellas imágenes que crea también está muy atento en
la forma en que narra las historias en sus cómics. Ware es un revolucionario a
la hora de narrar: en la serie The Acme Novelty
Library usa una enorme cantidad de recursos narrativos, que son
innovadores, como el uso de múltiples cámaras, de esa forma podemos ver un
situación repetida desde varios puntos de vista; la deconstrucción de un
instante en una serie de pequeñas viñetas, eso es lo que se llama montaje
analítico (creado por el italiano Guido Crepax, por allá en la década de los
setenta), un segundo descomprimido en toda una página gracias a una serie
de pequeñas viñetas crea sensaciones de tensión o de calma dependiendo de la
intención de autor; exagerados acercamientos a objetos, con un zoom
vertiginoso; cortes abruptos de la narración (como en el caso de Jimmy
Corrigan, The Smartest Kid on Earth) para pasar a un supuesto cambio de
tercio: invitación a los lectores a construir un kinetoscopio, un robot de
papel o una maqueta de la casa donde vivía en abuelo de Jimmy Corrigan, un
cambio que no supone tal, que lo que logra es precisamente reforzar lo que se
está contando; o la ya clásicas escenas de una apartamento o una casa,
dibujadas por Ware, con un corte transversal en donde podemos ver el interior
de la construcción con sus habitantes y como éstos interactúan con el espacio
interior y con los objetos que allí se encuentran.
Esos recursos narrativos Ware los incorpora a la narración con una
estética impecable, pero todo al servicio de lo que esta narrando. Algunas de
sus historias tienen un alto contenido autobiográfico, pero sea que esté
contando a partir de experiencias propias o no, las historias de Ware siempre
tiene un pie en el presente y otro en el pasado, además poseen un alto grado de
intimidad y de melancolía, una especie de apatía por el mundo, por un tiempo
que quizás el autor note se decanta en la mediocridad o en el vacío. Quizás esa
apatía surja de esa mediocridad que siente en el mundo, y quizás también la
meticulosidad de Ware tenga su motor en ese asunto: acabar un poco con la
pequeñez de este mundo rompiéndose la espalda para crear una hermosa obra en
todos sus aspectos.
Álvaro Vélez (Truchafrita).
Originalmente en la Revista Universidad de Antioquia (2009).
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