jueves, 21 de mayo de 2020

Trabajando en pijama


Paco Roca ha logrado el sueño de su vida, ha conseguido trabajar dibujando historietas en casa. Así que ya no tendrá que sufrir más con los trancones del tráfico, las salidas apresuradas hacia la oficina, las incomodidades de trasladarse de su casa a su sitio de trabajo y, lo que es mejor, podrá trabajar en pijama.

Memorias de un hombre en Pijama (Astiberri Ediciones, 2011), de Paco Roca, es una recopilación de historietas publicadas en el diario español Las Provincias. Se trata de una serie de relatos autobiográficos en donde su autor nos sitúa en lo que podríamos llamar las aventuras de un cuarentón de la segunda década del siglo, en una España sumergida en recesión económica y con la particularidad de que ese protagonista trabaja todo el día en casa, en pijama, dibujando historietas.


Esta serie de historietas centran su atención, principalmente, en reflexiones acerca de la vida en pareja, el propio autor que vive con su novia, los amigos casados y con hijos o los que prefieren permanecer solteros y en vibrante actividad de cortejo, cada noche de bar. Pero Roca también examina su vida desde la perspectiva misma de su trabajo, de sus cuarenta y tantos años y su particular visión del mundo, de la comodidad que le permite el trabajar todo el día en casa, de sus viajes de gira por España y por algunos países de Europa, además de reflexiones sobre la vida cotidiana, de las situaciones que le suceden a un hombre típico de su edad.
De las cenas y charlas con amigos, con antiguos compañeros de colegio o con las amigas de su novia, surgen reflexiones y situaciones que Roca dibuja en sus cómics.  Memorias de un hombre en pijama es entonces un sencillo recorrido por la vida reciente de su autor, lo interesante de la obra es cómo logra hacer atractivos unos acontecimientos que, en general, parecen anodinos, sin importancia.

Paco Roca es un autor que se ha dado a conocer en los últimos años dentro del panorama del cómic español. Una de sus primeras y sonadas obras fue El juego lúgubre (Ediciones La Cúpula, 2001), una historia sórdida en donde Salvador Dalí y sus manías tienen un papel protagónico. Pero el reconocimiento le llegaría con Arrugas (Astiberri Ediciones, 2008), un cómic donde el autor indaga sobre la vejez y, en particular, sobre el mal de Alzheimer y que le mereció, en 2008, el Premio Nacional del Cómic, en España, además fue llevado al cine y gracias a eso Roca recibió, este año (2015), el premio Goya al mejor guión. Dos años después editaría una historieta que recoge una anécdota de la década de los cincuenta en España: la creación y rápida caída del proyecto personal de varios dibujantes independientes, la revista Tío Vivo[1], historia de un fracaso que está consignada en El invierno del dibujante (Astiberri Ediciones, 2010).

Con Memorias de un hombre en pijama Paco Roca se muestra menos ambicioso que en Arrugas o en El invierno del dibujante; sin embargo, parece también más cercano al lector, más sencillo quizás, gracias a que se trata de una autobiografía y a que lo que estamos leyendo es parte de su vida cotidiana. El dibujo de Roca en Memorias de un hombre en pijama muestra la misma calidez, cercanía y maestría de siempre, a medio camino entre el retrato realista y la caricatura, sus trazos recuerdan, en algunos pasajes, a los autores norteamericanos Beto y Jaime Hernández (Love and Rockets). Una paleta de colores que aprovecha mucho los tonos tierras y cálidos con algunos pocos colores fríos completan el trabajo de gran calidad.
La serie de Memorias de un hombre en pijama, para el diario Las Provincias, termina abruptamente después de unos años de publicación; es el mismo autor quien decide terminarla –“por un rato”, según él mismo– aduciendo falta de inspiración, agotamiento de los temas y buscando un poco de espacio, pues siente que todo el tiempo está trabajando. Aunque es cierto que todo el tiempo trabaja, él mismo parece justificarse al afirmar que lo que hace es lo que le gusta y que, además, puede hacerlo sin necesidad de vestirse más que con una prenda de su colección de pijamas. Esta es una obra con grandes cualidades: franca, natural y cercana, a pesar de poder ser considerada como “menor”.



[1] En 1957, un grupo de dibujantes de Bruguera llamados los cinco grandes: Josep Escobar, Conti, Cifré, Peñarroya y Eugenio Giner, deciden abandonar la editorial catalana y fundar su propia revista: Tío Vivo. La aventura dura dos años y los dibujantes tienen que volver a Bruguera. Años después la editorial publicaría su propia versión de la revista Tío Vivo.

Álvaro Vélez (truchafrita).
Originalmente en la Revista Universidad de Antioquia (2015).


No hay comentarios: